El 1 de agosto de 1981 la cadena MTV hacía su estreno con un videoclip que se convertiría en un clásico: Video killed the radio star (“El video mató a la estrella de la radio”). A partir de ese momento, la cultura del video puso a la imagen en el centro de la escena y convirtió al título de la canción de The Buggles en una verdad incuestionable.
Pero las cosas fueron cambiando, y en los últimos años el crecimiento exponencial del audio para entretenimiento y capacitación ha sorprendido a propios y extraños. ¿Cómo se explica este movimiento que invierte el sentido de lo que venía ocurriendo? Con una palabra mágica: PODCAST.
Este formato de audio, simple, portátil, fácil de consumir, que permite contar historias de manera mucho más eficiente que cualquier otro medio, va recuperando el terreno que alguna vez fue de la radio, y mucho antes, de los juglares medievales. Y lo hace con estadísticas impactantes: según medios especializados la escucha de podcasts creció en algunos países hasta un 350%, y hoy en los Estados Unidos más de la mitad de sus habitantes declara haber escuchado al menos uno alguna vez.
Por otra parte, para Listen Notes, el motor de búsqueda y base de datos de la industria del audio, el mundo se acerca rápidamente a los 90 millones de capítulos de podcasts producidos. Esto, sin tener en cuenta el impacto derivado de los cambios de hábitos generados por la pandemia de Covid-19, que nos obligó a modificar no sólo costumbres personales sino también el consumo de contenidos de entretenimiento, trabajo y educación.
En este sentido, para María Jesús Espinosa, especialista del diario español El País, el auge de este “nuevo canon cultural digital” es imparable gracias, sobre todo, a su capacidad para narrar historias interesantes para la audiencia.
Entonces, no debería llamar la atención que gigantes como Spotify, Google o Amazon destinen inversiones millonarias para adquirir a las productoras de contenidos de audio más relevantes. Megaphone, ahora en manos de Spotify, y Audible, en el portafolio de Amazon, son buenos ejemplos de esta tendencia. Ya en 2005 Steve Jobs auguraba un futuro promisorio para este formato, y parece que en este caso tampoco se equivocó: las audiencias de podcasting podrían triplicarse hacia 2024.
Por otra parte, una cuestión fisiológica reforzaría el auge del podcast.
Según algunos especialistas, nuestro sentido de la vista está al borde de la saturación.
La superposición de redes sociales, videollamadas y plataformas VOD generan un agotamiento mental que reduce nuestra capacidad de comprender y disfrutar el contenido disponible. Algo que no sucede con el audio, un canal mucho menos invasivo que nos permite disfrutarlo mientras hacemos otra cosa, como soportar el tránsito de las grandes ciudades escuchando nuestras melodías preferidas.
De todos modos, el aumento en el consumo de “palabras habladas” indica que la música ya no alcanza para dar respuesta a los múltiples intereses que tienen hoy las personas, especialmente aquellas de entre 30 y 50 años.
Por eso, a punto de iniciar la tercera década del siglo XXI, vamos descubriendo nuevos hábitos en el consumo de contenidos, donde el audio está desplazando al video del centro de la escena. Probablemente, si The Buggles estrenara su clásico hoy, debería llamarlo “El audio mató a la estrella del video”.
Las explicaciones, científicas o comerciales, finalmente se rinden ante esta realidad: escuchar lo que queremos, en cualquier momento y a nuestro propio ritmo. Eso nos otorga todo el poder que, desde la mañana hasta la noche, simplemente necesitamos para sentirnos bien.